Había que llegar al Mundial, si no en el predio de Ezeiza íbamos a plantar soja", dice el manager.
El sorteo del Mundial aquí en Ciudad del Cabo le trajo una sonrisa a la Selección después de un año muy duro, lleno de desencuentros y malhumores. Hoy mismo a las tres menos cinco de la tarde Julio Grondona y Carlos Bilardo tienen previsto aterrizar en Ezeiza, en el vuelo 201 de Malaysia Airlines. El presidente de la AFA tiene sus problemas inmediatos y ya desde hoy tendrá que volver a meterse en un tema caliente: las sospechas de corrupción en el arbitraje nacional. Bilardo, mientras tanto, asegura tener una muy buena relación con Maradona. ¿Es así? El propio manager, que por momentos se va a la banquina de la conversación, cuenta: "Cuando vino Palermo nos dijo: 'Yo creía que ustedes ni se hablaban y están comiendo juntos. ¿No estaban peleados?' Y bueno, la relación con Diego siempre fue así. ¿Y qué te creés? ¿Qué va a cambiar ahora? Y yo ya lo dije: el técnico es uno solo, porque la palabra de dos confunde. A mí ya me pasó con Pachamé; en esa época decían: los jugadores se confunden porque los dos gritan.
Y todas estas cosas que pasaron este año, los desencuentros con Maradona, que un día se peleaba con vos y al otro día se arreglaban, que se peleaba con Humbertito Grondona, sus reclamos por los ayudantes de campo, esas cosas...
... (interrumpe) Afectan.
¿Y entonces cómo se hace para convivir en paz?
Afectaron, ¿sabés por qué te digo? Porque los jugadores de afuera no saben qué pasa. Ellos entran por Internet, leen y tienen que ir a la Capital Federal para saber si fue cierto. O sea, hay cosas que pasaron y cosas que no pasaron. Cuando dijeron que yo di a conocer la lista para ese amistoso con Ghana, nada que ver. ¡Mirá que iba a meterme en esa lista! ¡Qué me importaba a mí! El se enojó, pero yo no me metí para nada.
¿Y en la lista para el Mundial te vas a meter?
No, si me preguntan sí. Pero sino, no. Hubo dos cosas mal: lo de la lista, que no tuve nada que ver, eso lo arreglaban Mancuso y Lemme. Y lo otro, lo de Uruguay, que dijeron que yo quise hacer cambios. Y no fue así. Yo iba y venía, como veinte veces. Estaba nervioso. Lo llamé a Palermo, llamé a Aimar. Les dije: griten, avisen a los muchachos que faltan 10 minutos, que ya termina, griten, griten. Y ahí saltó Diego después, y se enojó. Menos mal que está Palermo de testigo.
Ahora, cuando entraste y lo abrazaste y le dijiste...
No, antes, antes, nos habíamos abrazado en River, el día de Perú. Solos. Porque yo pensaba: esto era más que el campeonato del mundo. ¿Sabés lo que nos jugábamos? Sabía, o presentía mejor dicho, que se nos venía el mundo abajo. Argentina no se clasificaba y no sé el orden, pero Diego, yo, Grondona, caíamos todos.
Pero cuando entraste al campo de juego del Centenario, ¿por qué le dijiste a Diego, "te querían voltear"?
No, no, nunca le dije eso.
Carlos...
No... No le dije eso. Aparte, mi función es proponer cosas, no decidir. Y hay cosas que las tiene que decidir el técnico y cosas que la debe decidir el Comité Ejecutivo de la AFA. Yo estoy con todos los seleccionados, hasta el del fútbol sala y el femenino. Pero primero había que clasificar al Mundial, sino en el predio de Ezeiza íbamos a plantar soja. ¿Para qué lo íbamos a querer?
¿Qué le falta a la Selección en cuanto al juego?
Y, acomodarse. Ahora en el sorteo ya había gente que decía "ustedes llegan hasta la final". Hablé con Platini, con Dunga, con Del Bosque, con Beckenbauer, con Blatter. Blatter ayudó mucho para que Diego vaya al Sevilla, porque Ferlaino no lo dejaba ir. "Bilardo, si usted va al Sevilla, yo voy a ayudar para que Maradona vaya", me dijo Blatter. Y ahí arreglamos.
¿Le faltan líderes al equipo?
Y, pero cada vez hay menos. Antes estaba el líder (si ganaba) que pasaba a ser el cabecilla, si perdía. El que discutía los premios, el que hablaba. Con el tiempo todo eso se fue perdiendo. Ahora los más pibes hablan y su opinión también vale. El tema es que estén comprometidos. Eso es fundamental. Pero en eso creo que no hay problemas con el jugador argentino.
Bueno, entonces después de todo lo que pasó...
... (Interrumpe) Ahora, vos decís lo que pasó. Pero la p... ¡Qué repercusión que tuvo! Todos me preguntaban. Beckenbauer, Del Bosque, ellos saben, nos conocen de toda la vida. "¿Y, con Diego cómo va todo", dicen, y se ríen. Yo digo que no saben nada. Y saben todo. Tabárez se acercaba, Martino también y se reía.
¿Ahora está terminando el año en paz la Selección o no?
Nosotros estamos así desde el 83. El quilombo más grande que tuvimos fue cuando jugamos con Alemania un amistoso en el 88. Diego venía de jugar Juventus-Napoli, llovía, llegó el lunes, me llamó y le dije "a las 3 te espero en Vélez". Uy, ya puteaba. Jugábamos el miércoles. Terminó el entrenamiento y me dijo: "Carlos, me voy a casa yo vengo mañana". No, no, le dije, quedate. Porque tengo a Caniggia, a Balbo, Dezotti, Sensini, y estos pibes no pueden ver que te vas. Se quedó. El martes tuve que llamar a Claudia, que venga. El miércoles jugamos, volvió a Italia, le hicieron una nota y se armó un quilombo tremendo. Me mataron a mí. Y la otra fue en Sevilla, que la cuento porque la contó Diego. Lo saqué a los 10 del segundo tiempo porque no estaba bien de la rodilla, y yo no vi que cuando salió me puteó. El lunes fui a la casa y no estaba porque se había ido a Italia. El martes volví a ir, ya estaba, y ahí nos agarramos un poquito a trompadas. Se metieron Claudia y Franchi. Después, a la noche, vino a comer a casa. Y así seguimos...
Pero así parece que la Selección tiene una bomba de tiempo adentro de su propia casa...
Pero después nos amigamos a los dos días, ¿viste? Nunca pasamos más de una semana enojados. Siempre fuimos así.
Antes decías que el equipo todavía tiene que acomodarse en la cancha. También entre ustedes todavía tienen que acomodarse en la convivencia, entonces.
Pero nosotros estamos bien así, ¿qué vamos a cambiar?
Pero por eso, si siempre fueron así, puede haber más peleas.
Y, sí, seguro. Seguro que nos vamos a seguir peleando. Después están Claudia, está mi señora en el medio, ellas hablan y arreglan todo. No hay problema. Ahora también influyen mi hija, Dalma, Giannina, antes no estaban. Fueron creciendo, fueron creciendo y ahora también opinan
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